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Formas antiguas de comunicar.

Según el periódico Excélsior, México ocupa el cuarto lugar en uso de redes sociales, con 63 millones de usuarios con un promedio de 4 horas al día en redes.

Los niños aprenden a una temprana edad a utilizar las redes sociales. En muchas redes piden una edad mínima para tener una cuenta, lo normal es trece años, sin embargo los niños ponen un año de nacimiento que no es el suyo

y así crean una cuenta  fácilmente.

Un estudio del Facebook concluyo que de todos nuestros contactos en Facebook, solo tenemos contacto regular,

en “la vida real” con un diez por ciento. Imagínate, es probable que tu hijo adolescente se está comunicando cuatro horas al día con personas que casi no conoce.

En las redes hablamos de una variedad de temas. En un comentario en Facebook sobre la política en México pude ver las respuestas de varios usuarios. Unos estaban de acuerdo con el tema y les dieron “me gusta”, pero otros, quienes no estaban de acuerdo escribieron respuestas también, y muchos de ellos eran insultos, groserías

y hasta amenazas. Las nuevas  formas de comunicar han bajado el nivel de conversación  y debate a discusión y peleas. Y todo con gente que ni conocemos.

Las redes sociales no son lugares de comunicación de calidad, ni lugar para conocer bien a la gente. Por eso tenemos que regresar a las formas más antiguas de comunicar, hablar cara a cara. Todo ser humano tiene la necesidad básica de pertenecer sentirse escuchado y valorado. Mas y más esos momentos están desapareciendo.

Aquí en CDC es parte de nuestra filosofía formar espacios en donde las personas pueden escuchar y ser escuchados, elementos básicos de formar relaciones sanas.                                       Hace unas semanas un grupo de adolescentes, quienes en años pasados han estado en grupos de lectura y apoyo de tareas en CDC, pidieron un grupo para su desarrollo

personal. Viendo las ganas de ellos nos pusimos de acuerdo y formamos el grupo que hoy en día tiene siete integrantes de 13 y 14 años de edad.

Para empezar juntos leyeron un libro de desarrollo personal y hablando de temas que afectan sus vidas.

Recientemente surgió un tema muy polémico en el grupo, donde ciertos miembros estaban muy animados sobre su punto de vista. Con las habilidades aprendidos pudieron debatir el tema, sin insultos, gritos o amenazas.

Hasta que decidieron terminar cada reunión con un abrazo fraternal no obstante las opiniones sobre los temas. Es probable que no cambiaron sus opiniones sobre el tema pero se sintieron escuchados y valorados. Los espacios de amor, respeto y aceptación son esenciales para nuestro desarrollo humano.

Es un honor en CDC poder proveer esos espacios para la comunidad.

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